El primer paso para dejar de procrastinar, de aplazar indefinidamente aquello que quiero hacer en beneficio de otras cosas secundarias o, sencillamente, en improductivas distracciones que solo me alivian temporalmente de la culpa de no cumplir conmigo mismo, consiste en identificar cuál es, en mi caso, el mecanismo psicológico principal que me empuja a evitar la acción que, por otro lado, deseo realizar.
Como vimos en el post: Los tipos de procastinadores:¿Con cuál te identificas? hay diferentes mecanismos psicológicos implicados en la procrastinación, pero en todos ellos subyace la tendencia a huir del malestar, y intentar retrasar al máximo posible la incomodidad.
La mente es muy habilidosa para fabricar todo tipo de excusas con tal de no afrontar las incomodidades. Una creencia muy frecuente que nos conduce a la procrastinación es la idea de que en otro momento nos resultará más sencillo abordar la tarea que ahora no nos resulta agradable, pero que deseamos cumplir. Este autoengaño nos sirve para justificar el aplazamiento, pero es una trampa que nos atrapará en sentimientos de culpa, y puede generarnos aún más ansiedad. La mente puede engañarnos, pero las estadísticas son más fiables. Si lo analizamos con frialdad: ¿Cuántas veces una tarea que esquivamos por ser incómoda, posteriormente nos resulta sencilla de realizar?
No caigas en la trampa. Si realmente quieres cumplir con tu objetivo, habrá incomodidad hoy y mañana. Hazlo ya, libérate y siente el bienestar de haber cumplido contigo mismo.
Si la mente percibe una tarea como muy grande, compleja o inabarcable, automáticamente mide el esfuerzo que requiere y entra en modo de evitación. Al dividir las tareas en pasos más manejables, hay menos resistencia mental porque la percepción del esfuerzo es asumible. Es mejor estructurar metas pequeñas y cumplir con ellas que marcarse una meta muy idealista y luego sentir el fracaso y la incoherencia con nosotros mismos al aplazar la acción.
Algunas personas procrastinan porque sienten que no lo harán suficientemente bien. Ya sea por inseguridad o por una elevada autoexigencia, tienen la percepción de que no están lo bastante preparadas, y por eso aplazan la tarea.
La clave está en permitirse que al principio salga mal a propósito, darlo por descontado y asumirlo como parte del proceso. Permitirse la imperfección y centrarse solo en empezar. No hace falta que salga bien, solo debe empezarse. El objetivo no debe estar en el final, sino en el inicio.
Consiste en proponerse períodos breves de acción seguidos de descansos. Por ejemplo: estudio 30 minutos y descanso 5. La idea va en la misma dirección que el ejercicio de dividir la tarea. Consiste en reducir la percepción del esfuerzo, de manera que la mente presente menos resistencia para empezar. Una vez se empieza, todo es más fácil.
Si la mente tiende a esquivar la incomodidad, debemos evitar ponérselo en bandeja. Por eso, es importante que el espacio de trabajo esté ordenado, con condiciones adecuadas de luz, temperatura y comodidad ambiental. A la vez, es fundamental evitar estímulos de distracción que le den a la mente una vía de escape, como las redes sociales, las aplicaciones o las pantallas.
Puedes ver cada vez que salga un nuevo artículo desde tu lector de Feed RSS. Solo tienes que añadir la URL de la página que sale al hacer click sobre este enlace a tu lector de Feeds RSS.
¿Tienes alguna duda o pregunta?
Deja un comentario con tu pregunta y contactaré contigo lo antes posible.
CONTACTA AHORA